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Palabras para #37SueñosEnLasBanderas


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El pasado 12 de Octubre de 2019 la Escuela de Ciudadanías impulsada por la Arquidiócesis de Cali citó a realizar un acto simbólico que consistió en poner 37 Banderas (Representando las 22 comunas y 15 corregimientos) con la riqueza y acciones que requieren cada uno de los territorios de CALI.


En este acto simbólico, Integrados hizo presencia colaborando con el taller del corregimiento de Felidia e impulsó la bandera peatonal "Por La Vida en la Vía"en un llamado a pensar en las condiciones de convivencia a las que se enfrentan otras formas de moverse por la ciudad.


Finalmente, se elaboró un pequeño discurso que por términos tiempo no logró ser enunciado, pero compartimos con ustedes las memorias de este proceso:


Capsula Integrada: Retos de la Cali Rural

Discurso del 12 de Octubre:


En múltiples ocasiones me han preguntado ¿Por qué participar? ¿Qué me Mueve? y ¿Qué gano? Con el paso del tiempo estas preguntas se han hecho más sencillas de responder, en primera medida me mueve salvar vidas, pues a 2019 han sido asesinados 155 líderes sociales, y en el contexto de la ciudad durante 2018 se tuvieron 391 víctimas de siniestros viales y 1157 vidas se perdieron por la violencia urbana.


La vida entonces se convierte en esa energía que llama a la acción y pensando en qué decir, se vino a la mente las palabras que Gonzalo Arango escribió en 1968 y tituló "Los Genocidas"


LOS GENOCIDAS - GONZALO ARANGO 1968

Ávidas aves de rapiña oscurecieron el cielo de mi juventud.

El aire era una mezcla repugnante de incienso y pólvora: el humo del Poder.

Los genocidas cantaban alabanzas a los dioses crueles, borrachos de

odio y aguardiente.

Todos los caminos amenazados de sombras cobardes, llevaban a la muerte.

Las espigas semejaban puñales desenvainados.

Las mazorcas de maíz se volvieron de plomo.

La esperanza dejó de ser verde en las cafetales de luto y sangre.

Los pájaros huyeron de espanto y los espantapájaros de lástima

Los arados murieron de infertilidad, los campesinos de asesinato, Dios

de vergüenza.

La noche enrojeció del fuego de la venganza.

El cielo un enorme cráter sin estrellas ni ángeles.

La tierra se llenó, de locura, soledad y lamento.

La patria dividida en víctimas y verdugos abdicó su destino y se precipitó

en el infierno.

Átila cabalgaba en el lomo de los Andes y los llanos con un revólver a

diestra y un Cristo en bandolera. Lucía el uniforme de los mercenarios y era

socio del hisopo que bendice el crimen con agua bendita.

Sembró de cruces los campos de arroz, pero primero arruinó la cosecha

de espigas.

Desbordó los ríos de sangre, los mares de lágrimas, pero antes secó las

fuentes de la vida y de toda esperanza.

El sol huyó a su paso, mensajero de fatalidad. Decapito el águila del

escudo soberano y en su lugar instaló un cuervo horrendo, tenebroso,

símbolo del poder que alimentaba sus abismales delirios.

Ahogó la amistad con el escapulario del fanatismo. En su epopeya de

iniquidades ostentaba una bandera política y otra religiosa que no

representaban la dignidad de la Patria ni los mandamientos de Cristo.

Trapos piratas, sucios de sectarismo.

Los colores falsificados:

Amarillo, el cobre de la abyección.

Azul, la bastarda complicidad del cielo.

Rojo, la llamarada crujiente del infierno.

¡La Patria en exilio!

El poder sin moral es ciego y enemigo del espíritu

A falta de razones inventa la violencia para justificar su locura y regir a

los hombres con leyes de muerte.

Entonces el crimen sustituye a la justicia para salvar el principio de

autoridad y restablecer el orden con la paz de los sepulcros.

No fue fácil empresa para los virtuosos del genocidio, pero hicieron lo

posible y también lo increíble.

Por desgracia, los únicos testigos que sobrevivieron al drama fueron los

verdugos. Más, en homenaje a las víctimas, nunca olvidaremos.


Y es que es así, los verdugos están acorralando nuestra ciudad ocasionando un deterioro de la calidad de vida y degradación social producto del crecimiento descontrolado de las ciudades, la segregación espacial y el abandono de lo rural, por tanto hacemos un llamado a la unión de esfuerzos por generar equilibrios entre las naturalezas, en la que todos los seres humanos sin distingo de etnia, género o condición social para la protección de la casa común. Sabemos que son muchos los caminos que se abren para la comunión de acción que contrarresta la degradación ambiental y las condiciones de inequidad que producen las actuales relaciones humanas.


El día de hoy tenemos una invitación de carácter urgente a establecer diálogos para la construcción de nuestro futuro territorial, una visión de Cali que permita romper el accionar coyuntural con el que algunas organizaciones cívicas y ciudadanas enfrentamos la realidad; un llamado a que planeemos esa agenda para generar un auténtico desarrollo, uno integral que impacte en la calidad de vida y mejoren la existencia de todas las personas.


Tal ambición no puede estar ajena a un reconocimiento de la creatividad y generosidad con que las personas, colectivos y otras formas organizativas que levantan sus corazones en una incuestionable voluntad de cambio de las condiciones actuales; la acción entonces, es esa causa común que ha motivado la creación de la escuela de ciudadanías, en un esfuerzo por unificar voluntades y personas que de otra manera sería difícil que se conocieran para entablar lazos de trabajo por un territorio armónico.


En la última cohorte se señaló la importancia de generar un proyecto político unificador, que direccione las discusiones de ciudad aún por encima de las coyunturas electorales y administrativas, en el que cada uno de nosotros está llamado a aportar y estás 37 Banderas son apenas el inicio del trabajo por unificar esas visiones territoriales.


Generar equilibrio entre la naturaleza urbana y la rural con miras a la transformación de Cali en Distrito es una línea de acción que no se puede perder en este proceso que empezó con la escuela y lanzamos hoy a las calles; esto sin perder de vista que no podemos descuidarnos en la generación de equidad, pues el sistema réplica y profundiza las brechas con cada decisión que se toma.


En este sentido presentamos a RAMPA, una iniciativa proyecto de la primera cohorte, como una posibilidad de articulación entre las muchas voluntades de participación para el fortalecimiento de redes y cooperación mediante recursos estratégicos que permitan a todas y todos no desfallecer en el trabajo de construir un territorio en armonía con justicia social y ambiental.


La idea que es esa semilla fue plantada en 2018, y su crecimiento se ha visto en 2019 con la segunda cohorte de Vecinos y Vecinas; seguirá creciendo en 2020 con el apoyo de todas y todos, pues ese proyecto político unificador no debe tener una periodo menor a 30 años; es decir, a 2050 podremos irnos a descansar pues las preocupaciones y sueños que hoy ondea en estas banderas serán una realidad territorial.


Muchas gracias!

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